Eran tiempos de soñar
por RAQUEL
QUÍLEZ
Eran los años del fracaso
norteamericano en Vietnam, de la consolidación de la clase media, de la
contracultura y los movimientos estudiantiles. La lucha por los derechos
civiles de Martin Luther King se enmarcó en un contexto
apasionante. Todo estaba en suspenso, todo se cuestionaba. Del 'I have a Dream' al 'Sous les pavès, la plage'. Y el hombre pisó la
Luna. Eran tiempos de soñar.
El dólar dominaba el mundo. La
Segunda Guerra Mundial había dejado una Europa arrasada y los países del Este y
Japón aún trataban de reconstruirse. La industria norteamericana fue la única
que salió fortalecida —su producto nacional bruto (PNB) aumentó de unos 200.000
millones de dólares en 1940 a más de 500.000 millones en 1960— y desplazó de su
liderazgo a Francia, Inglaterra y Alemania. El capitalismo y su libre mercado se consolidaban en Norteamérica pero, al mismo
tiempo, empezaban a definirse movimientos que reclamaban otra forma de vivir,
una nueva escala de valores. El hippismo, el feminismo, los ecologistas, la
burguesía universitaria... Todos tenían algo que decir.
El movimiento hippie tomó fuerza
en San Francisco —en la memoria, el Verano del Amor de 1967— con su mantra de
la no violencia. Y se sumó a la lucha contra la segregación lideraba por King y
a las protestas contra la intervención de EEUU en Vietnam o su injerencia
política en los 'países del Sur'. Al mismo tiempo, se empezó a tomar conciencia
sobre la pobreza. En 1959, el Gobierno de EEUU comenzó a calcular las cifras,
registrando a un 22,4% de la población por debajo del umbral mínimo. Los
suburbios de las ciudades se expandían y las campañas de asistencia social
empezaron a tomar fuerza. El presidente Johnson —en el poder de 1963 a
1969—hizo de la 'Guerra contra la Pobreza' el elemento
central de su programa y creó la Oficina de Oportunidades Económicas, que
impartió formación a los más desfavorecidos y desarrolló agencias de vivienda,
salud y educación. En 1965, la tasa había bajado hasta el 15,1%.
La intervención de EEUU en Vietnam
estalló en 1964 con 4.000 soldados. En 1967 ya eran casi 500.000 y, un año
después, quedaba claro que no iban a salir bien parados
Los hippies no fueron los únicos que
hicieron bandera de la contracultura. En los
campus universitarios, movimientos juveniles abogaban por una convivencia
pacifista y anticonsumista. Juntos dejaron decenas de símbolos.
Como Woodstock, que en 1969 reunió a casi medio millón de personas en una
granja del estado de Nueva York en un concierto programado para 40.000. Todo se
desbordó bajo la música de Janis Joplin, Jimi Hendrix o Joan Baez. Un año
antes, el gran símbolo fue París, con un Mayo del 68 que la joven burguesía propagó
por ciudades como Praga o México D.F. La calle cuestionaba jerarquías y se
miraba en movimientos revolucionarios como los de Latinoamérica, con su propio
ídolo, el Che, asesinado en
Bolivia en el 67.
Se vio también en Washington el 28
agosto de 1963, en la Marcha en la que atronó el mítico 'I have a Dream' ante
más de 200.000 personas. Dos años después, los afroamericanos conseguían en la
práctica el derecho al voto. Y es que junto a
los defensores del idealismo, reclamaban su espacio grupos hasta entonces
sometidos por las elites masculinas y blancas: los afroamericanos, los indios, los
latinos, las mujeres —se incorporaban al mercado laboral pero, según datos
oficiales, en 1963 su salario medio era sólo el 63% del de los varones—.
Movimientos como la Conferencia del Liderazgo Cristiano del Sur, formado por
sacerdotes afroestadounidenses, o el Comité Estudiantil de Coordinación de la
No Violencia lideraban la lucha por la igualdad de forma pacífica. Enfrente,
extremistas como los que asesinaron a Malcom X en 1965 y a King en el 68.
En el terreno político, otro
asesinato, el del presidente Kennedy en noviembre
de 1963, marcó una de las claves. Había sido elegido presidente en 1960 y se
vendÃa como un símbolo de esperanza. Tras él, fue elegido para la Casa Blanca
el vicepresidente Lyndon B. Johnson, y Richard Nixon le sustituyó en 1969. A todos les pesó Vietnam. La intervención norteamericana estalló en 1964 con 4.000 soldados. En
1967 ya eran casi 500.000 y un año después ya quedaba claro que no iban a salir
bien parados de allí. Los bombardeos masivos, el uso de armas químicas y la
violencia sobre la población civil se vieron por primera vez en los medios de
comunicación, que retransmitieron la guerra. Y al final, la derrota, en 1975,
con 58.000 americanos muertos y 300.000 heridos frente a cerca de un millón y
medio de soldados vietnamitas y dos millones de civiles fallecidos.
Eran años en los que la tensa calma de la Guerra Fría sobrevolaba las cabezas, con
EEUU liderando el enfrentamiento contra un bloque soviético que empezaba a
mostrar fisuras. La tensión tocó techo en crisis como la de los misiles
cubanos en octubre de 1962, cuando la URSS quiso instalar su armamento en
la isla. Un año antes, en abril de 1961, la CIA había fracasado en un intento
de invasión de Cuba en la Bahía de Cochinos. El miedo a una crisis nuclear
atenazaba el ambiente. La persecución al comunista se había materializado ya en
los 50 en EEUU en otro símbolo, la caza de
brujas a la que el senador McCarthy sometió a los intelectuales de
izquierdas desde el Comité de Actividades Antiamericanas.
Y mientras, la clase media se
consolidaba y la explosión demográfica era imparable. Y Sartre y Marcuse
construían teorías. Y sonaba The Beatles... El mundo
crecía.