jueves, 29 de agosto de 2019

LA EBULLICIÓN DE LOS 60


Eran tiempos de soñar
por RAQUEL QUÍLEZ
Eran los años del fracaso norteamericano en Vietnam, de la consolidación de la clase media, de la contracultura y los movimientos estudiantiles. La lucha por los derechos civiles de Martin Luther King se enmarcó en un contexto apasionante. Todo estaba en suspenso, todo se cuestionaba. Del 'I have a Dream' al 'Sous les pavès, la plage'. Y el hombre pisó la Luna. Eran tiempos de soñar.
El dólar dominaba el mundo. La Segunda Guerra Mundial había dejado una Europa arrasada y los países del Este y Japón aún trataban de reconstruirse. La industria norteamericana fue la única que salió fortalecida —su producto nacional bruto (PNB) aumentó de unos 200.000 millones de dólares en 1940 a más de 500.000 millones en 1960— y desplazó de su liderazgo a Francia, Inglaterra y Alemania. El capitalismo y su libre mercado se consolidaban en Norteamérica pero, al mismo tiempo, empezaban a definirse movimientos que reclamaban otra forma de vivir, una nueva escala de valores. El hippismo, el feminismo, los ecologistas, la burguesía universitaria... Todos tenían algo que decir.
El movimiento hippie tomó fuerza en San Francisco —en la memoria, el Verano del Amor de 1967— con su mantra de la no violencia. Y se sumó a la lucha contra la segregación lideraba por King y a las protestas contra la intervención de EEUU en Vietnam o su injerencia política en los 'países del Sur'. Al mismo tiempo, se empezó a tomar conciencia sobre la pobreza. En 1959, el Gobierno de EEUU comenzó a calcular las cifras, registrando a un 22,4% de la población por debajo del umbral mínimo. Los suburbios de las ciudades se expandían y las campañas de asistencia social empezaron a tomar fuerza. El presidente Johnson —en el poder de 1963 a 1969—hizo de la 'Guerra contra la Pobreza' el elemento central de su programa y creó la Oficina de Oportunidades Económicas, que impartió formación a los más desfavorecidos y desarrolló agencias de vivienda, salud y educación. En 1965, la tasa había bajado hasta el 15,1%.
La intervención de EEUU en Vietnam estalló en 1964 con 4.000 soldados. En 1967 ya eran casi 500.000 y, un año después, quedaba claro que no iban a salir bien parados
Los hippies no fueron los únicos que hicieron bandera de la contracultura. En los campus universitarios, movimientos juveniles abogaban por una convivencia pacifista y anticonsumista. Juntos dejaron decenas de símbolos. Como Woodstock, que en 1969 reunió a casi medio millón de personas en una granja del estado de Nueva York en un concierto programado para 40.000. Todo se desbordó bajo la música de Janis Joplin, Jimi Hendrix o Joan Baez. Un año antes, el gran símbolo fue París, con un Mayo del 68 que la joven burguesía propagó por ciudades como Praga o México D.F. La calle cuestionaba jerarquías y se miraba en movimientos revolucionarios como los de Latinoamérica, con su propio ídolo, el Che, asesinado en Bolivia en el 67.
Se vio también en Washington el 28 agosto de 1963, en la Marcha en la que atronó el mítico 'I have a Dream' ante más de 200.000 personas. Dos años después, los afroamericanos conseguían en la práctica el derecho al voto. Y es que junto a los defensores del idealismo, reclamaban su espacio grupos hasta entonces sometidos por las elites masculinas y blancas: los afroamericanos, los indios, los latinos, las mujeres —se incorporaban al mercado laboral pero, según datos oficiales, en 1963 su salario medio era sólo el 63% del de los varones—. Movimientos como la Conferencia del Liderazgo Cristiano del Sur, formado por sacerdotes afroestadounidenses, o el Comité Estudiantil de Coordinación de la No Violencia lideraban la lucha por la igualdad de forma pacífica. Enfrente, extremistas como los que asesinaron a Malcom X en 1965 y a King en el 68.
En el terreno político, otro asesinato, el del presidente Kennedy en noviembre de 1963, marcó una de las claves. Había sido elegido presidente en 1960 y se vendía como un símbolo de esperanza. Tras él, fue elegido para la Casa Blanca el vicepresidente Lyndon B. Johnson, y Richard Nixon le sustituyó en 1969. A todos les pesó Vietnam. La intervención norteamericana estalló en 1964 con 4.000 soldados. En 1967 ya eran casi 500.000 y un año después ya quedaba claro que no iban a salir bien parados de allí. Los bombardeos masivos, el uso de armas químicas y la violencia sobre la población civil se vieron por primera vez en los medios de comunicación, que retransmitieron la guerra. Y al final, la derrota, en 1975, con 58.000 americanos muertos y 300.000 heridos frente a cerca de un millón y medio de soldados vietnamitas y dos millones de civiles fallecidos.
Eran años en los que la tensa calma de la Guerra Fría sobrevolaba las cabezas, con EEUU liderando el enfrentamiento contra un bloque soviético que empezaba a mostrar fisuras. La tensión tocó techo en crisis como la de los misiles cubanos en octubre de 1962, cuando la URSS quiso instalar su armamento en la isla. Un año antes, en abril de 1961, la CIA había fracasado en un intento de invasión de Cuba en la Bahía de Cochinos. El miedo a una crisis nuclear atenazaba el ambiente. La persecución al comunista se había materializado ya en los 50 en EEUU en otro símbolo, la caza de brujas a la que el senador McCarthy sometió a los intelectuales de izquierdas desde el Comité de Actividades Antiamericanas.
Y mientras, la clase media se consolidaba y la explosión demográfica era imparable. Y Sartre y Marcuse construían teorías. Y sonaba The Beatles... El mundo crecía.